Molly canta canciones que nunca escribió, sentada en una vieja silla de bambú, Molly ríe porque nadie la escuchará y será feliz de verdad, Molly nunca fue al colegio pero igual sabe leer y escribir, cuenta historias escritas en tiempos pasados por gente que quizás conoció alguna vez, no lo recuerda como a veces no recuerda su propio nombre, se hace llamar Molly porque lo vio por ahí y le encanto.
Su cabello baila sobre su rostro empujado por el viento de invierno que sopla como condenado para fugar, Molly ríe mientras rompe cosas con las manos, no las puede tener quietas, la gente no se le acerca porque suele gritar y todos huyen espantados y empiezan a juzgar.
Molly reza un padre nuestro que alguien le enseño, no lo hace completo pero no le interesa, al final sabe que Dios la escuchará, Molly se para de la vieja silla, comienza a dar vueltas y vueltas, grita ser la guardiana de muchas vidas que ella misma no sabe si existirán.
Molly, ve el cielo color de fuego al fondo el viejo sol ya se quiere ocultar, la luna a un lado le tiende una opaca mirada pues ella ya vendrá a reinar, Molly piensa en el mundo que hay, casi ya no hay mucho verde por mirar, eso le preocupa tanto que la hace llorar.
Molly saldrá a caminar, la gente al verla se ocultará para dejarla pasar, ella limpia sus viejos zapatos de tenis que un día encontró en la puerta de su casa, le encantaban tanto que los abrazaba, decía que tenían magia, que reían y gritaban junto con ella.
Molly no entiende nada, cree que todo es natural, no reclama nada solo vive en paz
Molly despierta y es de día le gusta el sol, coge su vieja silla de bambú y sale a su balcón, su casa esta frente al mar al cual le gusta mirar, ella no entiende porque el agua viene y se va, en esa rutina del mar le gusta que el agua le bese los pies, la hace reír y reír, ese momento es el ser más feliz de su mundo, sobre su rostro danza su rojo cabello, ella hoy no se peinara.
A Molly hoy la vendrán a visitar, señores vestidos de blanco, la dosificaran, ella dormirá y es un sueño que no quiere más.
Su cabello baila sobre su rostro empujado por el viento de invierno que sopla como condenado para fugar, Molly ríe mientras rompe cosas con las manos, no las puede tener quietas, la gente no se le acerca porque suele gritar y todos huyen espantados y empiezan a juzgar.
Molly reza un padre nuestro que alguien le enseño, no lo hace completo pero no le interesa, al final sabe que Dios la escuchará, Molly se para de la vieja silla, comienza a dar vueltas y vueltas, grita ser la guardiana de muchas vidas que ella misma no sabe si existirán.
Molly, ve el cielo color de fuego al fondo el viejo sol ya se quiere ocultar, la luna a un lado le tiende una opaca mirada pues ella ya vendrá a reinar, Molly piensa en el mundo que hay, casi ya no hay mucho verde por mirar, eso le preocupa tanto que la hace llorar.
Molly saldrá a caminar, la gente al verla se ocultará para dejarla pasar, ella limpia sus viejos zapatos de tenis que un día encontró en la puerta de su casa, le encantaban tanto que los abrazaba, decía que tenían magia, que reían y gritaban junto con ella.
Molly no entiende nada, cree que todo es natural, no reclama nada solo vive en paz
Molly despierta y es de día le gusta el sol, coge su vieja silla de bambú y sale a su balcón, su casa esta frente al mar al cual le gusta mirar, ella no entiende porque el agua viene y se va, en esa rutina del mar le gusta que el agua le bese los pies, la hace reír y reír, ese momento es el ser más feliz de su mundo, sobre su rostro danza su rojo cabello, ella hoy no se peinara.
A Molly hoy la vendrán a visitar, señores vestidos de blanco, la dosificaran, ella dormirá y es un sueño que no quiere más.
